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EL NIÑO Y SUS PADRES. Los padres son hijos.

EL NIÑO Y SUS PADRES. Los padres son hijos.

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Los padres en psicoanalisis de niños

En la clínica con niños y adolescentes es fundamental la alianza con los padres. De ello depende la posibilidad de llevar a cabo un tratamiento terapéutico con su hijo. Aparecen a menudo dificultades relacionadas con la resistencia parental. Esto no es de sorprender en tanto es natural que desconfíen de lo que les podamos aportar y esto sumado a la angustia por no comprender qué le pasa a este hijo, el sentimiento de haber fallado como padres, más la herida narcisista provocada por el hecho de necesitar ayuda.

Esta alianza se trabaja desde el primer momento, desde la primera entrevista, puede que incluso desde la llamada pidiendo la cita.

Es muy frecuente que la demanda sea planteada desde el síntoma del hijo. Nuestra tarea consistirá en escuchar a través de una “doble escucha”[1], sobre el niño y sobre ellos mismos, facilitando así la posterior reformulación de la demanda inicial.

Así como Freud decía al demandante en 1912: “Antes que yo pueda decirle algo, es preciso que haya averiguado mucho sobre usted”, a los padres pedimos que nos cuenten de su hijo, pero que también queremos escuchar sobre ellos mismos como hijos.

¿Por qué queremos saber de ellos como hijos?

Los padres son, antes que nada, hijos. Y como tales, repiten en sus hijos, inconscientemente, sus propias experiencias, formas de vínculo, patrones conductuales e incluso los mitos de sus familias de origen.

¿Qué queremos decir con que repiten? Freud llamó compulsión a la repetición al impulso de los seres humanos a repetir actos, pensamientos, escenas o situaciones a veces desagradables e incluso dolorosas, experiencias antiguas que no reconocen como tales.  Desarrolla este concepto en “Más allá del principio del placer”.

En la clínica con niños y adolescentes, nos encontramos con que los padres repiten; repiten en sus hijos.

Al contarnos sus historias y la de su hijo en forma sucesiva, van escuchando ellos mismos su narración, y en el marco de nuestros encuentros, irán descubriendo similitudes. Ellos son portadores de una cadena histórica y mítica que han recibido sin saber y que a la vez, transmiten. Nuestra tarea se dirige a deslindar lo que es propio de ellos de lo que pertenece al hijo. Intervenimos mostrando la repetición, en tanto ésta es reedición de patrones que son estructurales.

En tanto las historias se repiten, intentamos ir mostrando a los padres las conexiones entre ellas, construyendo enlaces.

Un ejemplo puede resultar ilustrativo:

Los padres de Miguel, de cuatro años, consultan porque no comprenden por qué su hijo está siempre enfadado, quejándose, mostrándose descontento desde el momento mismo en que se despierta por la mañana y durante el día entero.  Entre otras cosas, cuentan que viven al lado de la casa de los abuelos maternos, quienes se ocupan mucho de los niños. El padre siente que los abuelos se hacen cargo de todo, incluso de tomar las decisiones, y se siente desplazado de su lugar de padre.

Miguel tiene un hermano de dos años. En determinado momento de una entrevista, varios meses después de iniciado el trabajo, el padre narra la siguiente escena:

“Al volver del trabajo encontré a los niños haciendo un ruido infernal. Estaban jugando con juguetes ruidosos y golpeaban y gritaban. Esto me pone fatal. Eso sí, a través de las entrevistas con usted, me voy dando cuenta de que no tengo que castigarlos tanto, así que esta vez no lo hice”.

[¿Qué hizo entonces?].

“Cogí una pandereta grande y un palo y me puse yo también a golpear”.

En las entrevistas iniciales este padre había recordado haber sufrido mucho en su infancia porque los padres se llevaban muy mal y terminaron separándose.

Aquí es donde se busca el nexo, el enlace, preguntándole si estas peleas provocaban escenas ruidosas.

“Todo era un escándalo. Mis padres se gritaban. Papá tiraba con los objetos y pateaba las puertas. Era horroroso. Yo me refugiaba en mi habitación, y lloraba abrazado a mi perra, que era mi única compañera”.

Este es el nexo. Aquí se posibilita la construcción de enlaces, preguntándole si cree que pueda ser que este escándalo que oye al jugar sus niños le revive la angustia que le producía el escándalo de las peleas de sus padres. Se produce entonces un insight que le facilita esa asociación y puede entonces relacionar ambas angustias, desbrozar cómo esto le lleva a descargar, golpeando como un niño, impidiéndole  tranquilizar a sus hijos, incapacitándole para asumir su función de padre capaz de calmar a sus niños.

Cuando se trata de un paciente, la construcción se dirige a relanzar el aspecto asociativo para reconstruir un pasaje imposible de recordar.

En la tarea con los padres, la construcción de enlaces se dirige a descubrir elementos de conexión que les permitan hacerse cargo de lo que repiten. En el ejemplo anterior, este padre no tenía conciencia de esta conexión, y esto le estaba impidiendo ejercer su función de padre.

No lo tenía olvidado, sino que no lo había pensado. Freud se ha referido a esto en  1914 con estas palabras “ … sucede, con particular frecuencia, que se “recuerde” algo que nunca pudo ser “olvidado” porque en ningún tiempo se lo advirtió!”  Y un poco más adelante dice que a veces : “lo olvidado se limita a disolución de nexos, desconocimiento de consecuencias, aislamiento de recuerdos.

A esto apuntamos con la construcción de enlaces[2]. Justamente a esto. A re-vivir, re-crear esos nexos de los que tenían desconocimiento, mostrando lo que están repitiendo en sus hijos. En el ejemplo que vimos, este padre pudo “advertir” – por usar el término que usó Freud – que la tremenda angustia que vivió en su infancia , ante la violencia y escándalo desatado por sus padres, era re-vivida ante el estruendo del juego de sus hijos, reaccionando como un niño (un hijo) y no como un padre.

La construcción de enlaces tiene como objeto la comprensión de la repetición intergeneracional y permitiría la aceptación y elaboración de un material que comporta la repetición.

En “Construcciones en el análisis” (1937) está la esencia de esta técnica freudiana: que lo más importante no es que el sujeto reviva y rememore, sino que lo que cuenta es lo que reconstruye de ello. O sea: se trata menos de recordar que de reescribir la historia. Rastreando la historia aparecen repeticiones significativas, que iluminan el presente.

En la tarea con padres, focalizar en las historias que se repiten, historias idealizadas, negadas, desmentidas, transmitidas de generación en generación, permite llegar a la construcción de enlaces que es lo que ilumina el camino hacia el insight, diluyendo así la compulsión a repetir.

 

[1] La doble escucha que desarrollan Caellas, Kahane y Sánchez en “El quehacer con los padres. De la doble escucha a la construcción de enlaces”,  2010, Madrid,  HG.

[2] “El  quehacer con los padres”, Caellas, A.M,  Kahane, S.,  Sánchez, I.

 

Susana Kahane

Psicóloga clínica. Psicoanalista. Formadora de educadores.

Autora del libro “El quehacer con los padres” junto a Ana María Caellas e Iluminada Sánchez


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