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EL MITO DE FAETÓN

EL MITO DE FAETÓN

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riesgos de falta de autoridad parental

Hasta a los dioses les cuesta decir no. El mito de Faetón

Bien sabemos cómo la cultura clásica con sus mitos es una fuente inagotable de estimulación para nuestro pensamiento. Nos invita a reflexionar sobre los padecimientos de las personas. Hoy traigo el mito de Faetón y algunas ideas que me suscitó. Recordemos el mito para empezar.

Era Faetón hijo de Clímene y del Sol. Estaba Faetón muy orgulloso de ser hijo del Sol pero un día se ofendió por las burlas de un compañero de juegos que no se creía que fuera hijo del Sol. Muy dolido se presentó en el palacio de su padre. No querían que le acusaran más de no tener padre conocido y le pedía a su padre una muestra de su descendencia. El Sol aceptaba su paternidad y como prueba le prometió concederle aquello que pidiera. Faetón no lo dudó y pidió conducir el carro paterno durante todo un día.  

El padre intentó disuadirle de aquella idea, era muy peligroso, pero ¡lo había jurado! Finalmente Faetón se montó en el carro pero ya era tarde cuando se dio cuenta de que no podía controlarlo. Se acercó tanto a la Tierra que sus ríos se quemaron, los árboles se calcinaron y el suelo se cuarteó. Fue la Tierra quien pidió ayuda a Júpiter. Éste lanzó sus rayos sobre el carro y Faetón murió.    

Este mito me hizo pensar en las relaciones filioparentales. A pesar del paso del tiempo el relato refleja algunas de las vicisitudes de la parentalidad de hoy en día. El mito empieza con un hijo que ha sido humillado y quiere reparar su herida narcisista. Quizás las palabras de su compañero le hicieron tomar conciencia de la ausencia de su padre. La humillación y el dolor por esa falta le empujan a buscar a su padre. El padre quiere reparar ese daño, se hace cargo de su paternidad y le promete concederle lo que pida. Faetón pide justo lo que él no tiene pero su padre sí, el carro paterno.

Vemos en la figura paterna, representada por el Sol, un padre que reconoce a su hijo a pesar de haber estado ausente. No le abandona cuando se encuentran. El Sol intenta cubrir su falta, su ausencia dando al hijo lo que no tiene. ¿Acaso no sucede eso a muchos padres y madres hoy en día? ¿Acaso no hay padres que entiende la parentalidad igual que el rey Sol? Padres y madres que se sienten atrapados si no dan lo prometido, atrapados en sus propias palabras, en lo concreto. Padres que se sienten culpables y malos padres o malas madres si no cumplen sus promesas. Después de haber estado ausentes no pueden fallar al hijo y deben satisfacer sus anhelos buscando cubrir su propia herida y acallar sus sentimientos de culpa. Padres y madres que tienen buenas intenciones hacia sus hijos, pero están confusos en su forma de actuar con sus hijos.

Creo que este mito refleja muy bien la situación en la que se encuentran muchos padres hoy en día en relación a las limitaciones y prohibiciones. Ante las dificultades para limitar o prohibir algo a su hijo, intentan satisfacer todos sus deseos, igual que hizo el Sol, como si su hijo fuera más mayor de lo que era. ¿Cuántas veces los padres creen que sus hijos les han entendido como si fuesen adultos, pero la realidad muestra que no? Sin embargo, hasta que su hijo no es un adulto, en lugar de consejos, y deseos cumplidos, puede que necesite límites. Un padre o una madre también demuestra que lo es transmitiéndole a su hijo que cuando le dice no, también le cuida y le protege, y no por eso es menos padre o madre. Un buen padre o una buena madre no es el que complace, el que satisface los anhelos del hijo, es el que puede poner límites y decir no.

NURIA SÁNCHEZ-GRANDE

Psicóloga, psicoterapeuta y psicodramatista

Miembro de la Junta Directiva  de AECPNA


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